1.1.11

EL OJO (Y LOS DEMAS SENTIDOS)

El ojo le dijo un día a uno de sus colegas: “Allende esos valles observo una montaña cubierta de nubes. ¡Cuánta solemnidad!”
“¿Dónde está eso que ves?”, le preguntó el oído tras prestar atención a lo dicho por el ojo.
“No escucho su voz”.
 Por su parte la mano adujo: “Vanamente me propongo sentirla y no lo consigo. Tal montaña no existe”.
Y la nariz objetó: “Para mí resulta imposible decidir que tal montaña exista sin que pueda captar su aroma. Mi conclusión es que no existe”.
 El ojo, desviado hacia otros confines celestes rió para sí.
Entretanto, el resto se reunió aparte para juzgar los desvaríos de aquél y tras una larga discusión dictaminaron: “Sin ninguna duda, el ojo ha enloquecido

No hay comentarios: